Esta antigua costumbre se inició en la dinastía Tang (618-906) y continuó hasta 1911, cuando fue abolida.
Esta tradición surge del mito de que durante un baile que había ofrecido un emperador, la más bella de las bailarinas se había vendado los pies para bailar sobre una hermosa plataforma de oro con forma de loto que el emperador había mandado a contruir exclusivamente para que ella baile. A partir de allí, las damas de las altas clases chinas de la época quisieron imitar a la bella bailarina, y así también lo hicieron las clases más bajas un tiempo después, convirtiéndose el vendado de los pies en un requisito para poder ser desposada.
Antes de empezar se realizaba una consulta astrológica con el fin de elegir el día más adecuado para comenzar del rito de vendaje y se ofrecían pasteles de arroz a los dioses solicitándoles que los pies de su hija fueran tan suaves como esos pasteles. A las niñas se les metían los pies en remojo con hierbas y sangre animal para eliminar posibles infecciones en la piel y les cortaban las uñas; después, les rompían los cuatro dedos más pequeños del pie a los 4 ó 6 años y durante dos años eran sometidas a un doloroso proceso de vendaje drástico, manteniendo esos dedos rotos apuntando hacia el talón, fuertemente sostenido con tiras de algodón o seda, retirando y renovando el vendaje cada día, consiguiendo así un pie de 10-12 centímetros. Eso implicaba que el pie se deformaba y convertía en un pie cavo, comúnmente conocido como “pie con mucho puente” o pie muy arqueado, el cual tiene además tendencia a la inestabilidad al andar, padeciendo la persona una gran facilidad para las luxaciones de tobillo por no apoyar el pie correctamente en el suelo, sino hacerlo con el borde externo, el contrario al “puente”. Comenzó siendo un lujo de ricos para extenderse y convertirse en un requisito para casarse. Además, existía la creencia popular de que la forma de andar que tenían las mujeres con los pies vendados fortalecía los músculos vaginales y concentraba los nervios del pie en una superficie más pequeña, convirtiéndolos en una zona más erógena.
Hay otras explicaciones de por qué comenzó esa costumbre como que los chinos de aquél entonces veían sensual unos pies tan deformados: que tenía forma de media luna, que el apoyo del pie en el suelo se veía dificultado y para poder mantener el equilibrio su cuerpo sufría una hipertrofia de glúteos (un trasero más voluminoso y respingón) que resultaría más erótico o que al tener los pies así y no poder andar más que a pasitos era más difícil que se escaparan de casa.
Sin embargo las mujeres, aunqne difícultosamente, podían caminar, pero con pasos muy cortos y sin sufrir dolore porque en el proceso de deformidad sufrían una denervación por compresión, es decir, la presión continua del vendaje comprimía los nervios del pie, que se afectaban y perdían su función de recoger la sensibilidad del pie, siendo un pie “anestésico“, que no siente nada.
Además, padecían dolores de espalda, porque cuando no se tiene un buen apoyo por deformidades o incorrecciones de los miembros inferiores (piernas y pies) el peso del cuerpo no se reparte por igual entre ambos y el eje de equilibrio del cuerpo se halla desviado, con lo que para compensar, la columna se desvía y deforma.
Los pies de loto
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