Siguen apareciendo las consecuencias de la ley del hijo único (o haciendose visibles, porque ya existían).
Ya no es sólo la desaparición de apellidos, la limitación de los herederos, las familias que no continuarán por la muerte de su único hijo, el infanticidio, el gran número de niñas en adopción, la cantidad alarmante de abortos, y las consecuentes vidas perdidas.
Comienza a notarse el gran equilibrio poblacional que está causando dicha ley y se prevee que complicará a los hombres a la hora de contraer matrimonio.
"Casarse y constituir una familia, tener una novia o simplemente una amiga íntima con quien pasar ratos agradables, podría convertirse en algo muy difícil o imposible para muchos hombres en China en unos pocos años. El asunto es consecuencia de la desproporción demográfica actual entre mujeres y hombres ya que, de acuerdo con el Censo de Población del año 2000, dado a conocer en julio pasado, en esa nación viven 120 hombres por cada 100 mujeres, informa la agencia de noticias multimedia Cimac. Es decir, la relación entre ambos sexos se amplió en 8.5 puntos en comparación con los resultados del censo anterior, efectuado en 1990. Se afirma que en el grupo de los niños de hasta nueve años de edad, los varones son 12.7 millones más que las mujeres. Expertos en demografía encendieron las alarmas y advirtieron que si la desproporción sexual sigue sin ser resuelta, dentro de algo más de una década el 20 por ciento de los varones chinos probablemente no encuentre pareja en la adolescencia o cuando arribe a la mayoría de edad. Además, el aumento en el número de hombres solteros, ya de por sí un problema, incrementaría fenómenos como las relaciones sexuales extramaritales, los divorcios y algo mucho más peligroso, la trata de personas, según esos expertos. Con alrededor de mil 300 millones de habitantes, China es el país más poblado del mundo, pero su población podría sumar otros 300 millones de no haberse comenzado a aplicar, hace casi tres décadas, una rigurosa política de planificación familiar. Aplicada a partir de directivas y normas dictadas por el gobierno central durante muchos años, la política de planificación familiar quedó establecida de manera uniforme y válida para todo el país en una ley aprobada en septiembre del 2002. Compuesta por siete capítulos y 47 artículos, esa ley reitera el principio de “un matrimonio, un hijo”, concede un tratamiento preferencial a las parejas que lo cumplen y penaliza por diversas vías a las que tienen más de un infante. El objetivo es frenar el crecimiento desmesurado de la población y lograr una evolución demográfica acorde con el desarrollo social y económico de un país que, pese a todo, contará en el 2050 con alrededor de mil 600 millones de habitantes. Además de la desproporción sexual en los nacimientos, la política de un hijo único ha provocado algunos problemas colaterales también importantes. Entre otros, el hijo único, con independencia de su sexo, se ha convertido en una especie privilegiada en la sociedad china actual, en un ser “precioso” al que se le complace en todos sus caprichos, con las inevitables consecuencias negativas en la formación de su carácter y en su conducta social. ¿Por qué la desproporción sexual? Los expertos demógrafos coinciden en que en un universo humano cualquiera, la proporción de nacimientos de hombres y mujeres tiende a ser similar, quizá con cierta ventaja a favor de las niñas, que en ocasiones tienden a superar a los niños. Sin embargo, en China no ha ocurrido así y a juicio de los especialistas eso obedece a diversas causas, algunas de ellas vinculadas con creencias y conceptos muy arraigados en la cultura y en la concepción del mundo de este pueblo milenario. Aparte de las diferencias de oportunidades entre hombres y mujeres y de algunas prácticas discriminatorias hacia ellas aún vigentes, para muchos chinos los hijos varones son los continuadores del linaje ancestral y asumen la responsabilidad de apoyar y cuidar a los padres en la vejez. En el campo, donde viven dos terceras partes de la población, los hijos varones son indispensables a la hora del relevo generacional en las labores agrícolas y, en muchísimos casos, constituyen una fuerza laboral insustituible en el esfuerzo cotidiano por ganar el sustento familiar. Esto hace que entre las familias campesinas se desee, por sobre todas las cosas, tener hijos varones como medio de conseguir una vida económicamente más holgada, y perdure cierto rechazo a las niñas, que sólo "traen gastos suplementarios sin posibilidad de retribución". Dichos conceptos están tan arraigados en ciertas zonas que en familias muy pobres y atrasadas culturalmente optan por abandonar o sacrificar al recién nacido si es niña y buscan al varón con un nuevo embarazo, debido a que sólo se les permite tener un hijo, afirman expertos en la materia. Aunque esta práctica está en proceso de extinción, se sustituye con otra más acorde con los adelantos de la técnica. En la medida en que China ha ganado en desarrollo, el sistema sanitario del país se ha ampliado y modernizado, y dispone actualmente de un rico arsenal de equipos modernos, de la más avanzada tecnología, para diagnósticos clínicos y tratamiento médico. Sin embargo, China es probablemente uno de los pocos países del mundo donde, contando con las posibilidades técnicas de hacerlo, se prohíbe a los padres y madres conocer con antelación al nacimiento el sexo del futuro hijo. Esa medida ha sido dictada por las autoridades sanitarias para evitar que los propios padres provoquen abortos, al saber que la criatura que esperan es de sexo femenino. Salvar a las niñas Ante esta compleja situación, las autoridades chinas están aplicando un vasto programa destinado a preservar a las niñas, que persigue objetivos mucho más amplios que el simple equilibrio demográfico entre los sexos. Promovido por la Comisión Estatal de Población y Planificación Familiar (CEPPF), el programa sigue el principio de que la eliminación de la discriminación sexual debe comenzar desde la gestación y los esfuerzos por la igualdad entre hombres y mujeres deben iniciarse desde la niñez. En ese sentido, desde el año pasado se extienden por ciudades, poblaciones y aldeas de gran parte del país las “acciones para ocuparse de las niñas”, en las que participan los gobiernos locales, organizaciones sociales y otros sectores de la población. El programa incluye, además de una ingente labor educativa, importantes gratificaciones económicas a las familias que, teniendo una hija, se acogen a la planificación familiar. También se gratifica con diferentes sumas a los padres y madres que envían a la hija a la escuela secundaria o a centros de educación superior. Al mismo tiempo, las autoridades han reforzado las medidas contra los intentos de detectar el sexo del feto en el vientre de la madre cuando no se trate de hacerlo con objetivos terapéuticos, así como contra las interrupciones de embarazos por elección sexual. También se reprimen con fuerza el abandono y sacrificio de recién nacidas niñas. Todo esto, entre otras numerosas medidas aplicadas a nivel nacional, debe conducir en el futuro a un mayor equilibrio demográfico entre los sexos y, además, a superar de manera sustancial las prácticas discriminatorias que aún subsisten."
Fuente: Cimacnoticias.com (Alfredo G. Pierrot, corresponsal de Prensa Latina).
http://www.mujereshoy.com/secciones/2440.shtml
Desquilibrio poblacional entre hombres y mujeres
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